lunes, diciembre 03, 2012

El sauce lloró.

Allí estaba como siempre, pero algo fue diferente esta noche. Todos lo veían, todos lo admiraban. Se sentía imponente, importante y lleno de vida. -¡Mira que cantidad de niños viéndome!-, se decía mientras sonreía. Sin embargo, hacía calor, se sentía demasiado cargado; como si tuviese encima diez mil luces titilando.

     Su sorpresa fue mayor cuando pudo observar que como todos los años, había llegado esta loca época donde a todos les da por ser felices y tomarse fotos. ¿El calor? era obvio, pues por su tronco y sus ramas colgaban cualquier cantidad de luces para hacer más hermosa la fulana "navidad", para iluminar la noche de la fulana "paz".

     Se entristeció muchísimo, pues se dio cuenta que no lo admiraban a él como árbol, como sombra, como reposo, como parte de la naturaleza, como cobijo...sino como un pobre payaso al que maquillaban colocándole esa cantidad de luces de colores, los niños no lo querían por árbol, sino por los bombillitos y faros que colgaban a lo largo y ancho de su tronco, ramas y follaje. No lo querían por los años que lleva en la tierra, sino por el maquillaje que éstas personas deliberadamente le colocan para que supuestamente brille.

    ¿Cómo ser parte del viento, cuando me encuentro tan atado con este aparataje de luces? -se preguntó muy conmovido-. Y para tristeza suya, y alegría de los demás, dejó de respirar. Pero como era de suponerse, nadie lo notó, pues tantas luces y maquillaje ocultaron su sombra, la cual sollozaba a gritos. 

      Así que, sin que nadie lo notara, y sin que nadie lo buscara por ser quien era; el sauce lloró.


03-12-2012

1 comentario:

Fernando Jaume dijo...
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