jueves, marzo 27, 2014



Mi Renuncia al Infierno.

Reciba un cordial saludo. La presente, tiene como finalidad hacer de su conocimiento que a partir de la fecha de hoy, he decidido romper con el vínculo laboral que tengo desde hace 6 años y 4 meses en este Recinto Penitenciario, en donde comencé siendo contratada por el Ministerio de Interior y Justicia y finalizando igualmente en calidad de contratada, con el Ministerio de Servicios Penitenciarios. 

Durante todo este tiempo he demostrado mi profesionalismo y compromiso en atención a los privados de libertad, atendiendo de forma individual y grupal a los internos del recinto carcelario, y realizando diferentes labores, tales como las evaluaciones psico-sociales, que en el 2012 y 2013 fueron incluidas en el denominado “Plan Cayapa” de la Ministra Iris Varela, asumiendo con ética y responsabilidad lo encomendado, y enmarcando desde Mayo del 2013 hasta Diciembre del mismo año viajes a diferentes partes de Venezuela para colaborar con dichas evaluaciones, teniendo en muchas oportunidades que viajar en ambulancias, y camiones super-duty, porque a lo que siempre aposté fue a una mejora carcelaria. 

Sin embargo, a su persona, mi trayectoria no le ha parecido suficiente, por lo cual en las evaluaciones realizadas en Noviembre de 2013 (estando yo de vacaciones y NO siendo notificada), decidió colocarme 40 puntos sobre 100, puntuación que sin duda alguna ha resquebrajado mi espíritu, pues he crecido profesionalmente en este trabajo, y he visto cómo he madurado, y por esa madurez decido entonces expandir mis alas hacia otros vientos, donde sí se tomen en cuenta las ideas y experiencias de quienes estamos día a día escuchando las desgarradoras historias de privados y privadas de libertad y sus familiares.

Escribir estas letras ha sido lo más difícil en mucho tiempo, pero es necesario, pues un lugar donde no exista reconocimiento por parte de la autoridad, es un lugar totalmente carente de humanidad. Durante el tiempo que usted lleva en su gestión, no se ha reunido con el personal administrativo, no se nos ha otorgado el derecho a comunicar nuestras necesidades, y considero que todo lugar donde la materia prima sean humanos (internos), debe ser dirigido con la mayor sensibilidad posible. Y que no se confunda sensibilidad con complacencia, pues son términos muy diferentes.

No hay culpables en una renuncia, hay responsables. Asumo mi responsabilidad sí ya para ciertas autoridades he dejado de ser suficiente, pero mantengo mi autosuficiencia y por ello decido entonces, brindar la oportunidad a otro profesional. Hace 6 años y 4 meses entré en este lugar cargada de sueños, pero ya en estos momentos considero que los soñadores no deben trabajar tras las rejas, llenos de candados. Mirar el panorama desde una perspectiva completa y aceptar, eso se llama compromiso, y por ello me comprometo conmigo misma y decido emprender mi profesión a otras latitudes.

No quiero que se crea en la necesidad de un reconocimiento externo para la elaboración exitosa de una labor, no, no me refiero a un conductismo tan radical. Me considero más humanista, más Jungiana, más de la Gestalt y el contacto. Estoy hablando, únicamente al aspecto social y personal de cada uno de quienes laboramos en el Centro Penitenciario de Carabobo, somos almas ayudando a otras almas, y en medio de tanto, siempre hay caos, y ese caos necesita ser canalizado con una dirección que en verdad supervise, pero no desde el miedo y la persecución, sino desde el aprendizaje y el señalamiento de fallas, y le ruego me perdone si ofendo, pero eso, no se tiene en este recinto.

Siendo así las cosas, y considerándolo desde todas las perspectivas posibles, reitero mi renuncia, y quizá repetirlo es redundar, porque más que escribirlo me lo estoy diciendo mil veces a mí, porque no es fácil abandonar el nido que me ha hecho crecer profesionalmente. Pero asumo la caída y me quedo confiada en Dios en nuevas oportunidades para mi persona y para mis compañeros de labores igualmente, sea para ellos, aquí o en otras direcciones. Y dejando claro, que no estoy culpando a una evaluación de desempeño, mi renuncia el día de hoy. Simplemente ha sido el empuje que necesitaba.

Esperando no haber sido muy irreverente con esta carta de renuncia tan atípica, comprimo en 2 páginas; 757  palabras, 3867 letras, 16 párrafos y 67 líneas: 6 años y 4 meses de trabajo en el Centro Penitenciario Mínima de Carabobo.

Sol Meléndez
14-02-2014