martes, marzo 10, 2015

No hay otra, hay muchas YO.


Que para escribir necesitas técnica, que no puedes colocar esa frase porque lleva muchas cacofonías, que eso escrito es más para un diario, que no hay talento cuando sólo es un hobby, que eso que escribes no tiene madera para ganar un premio. Que el adverbio, que la incoherencia, que ese desastre de "ques".

Lo admito, no es fácil pretender ser escritora, mucho menos sentir que definitivamente cada cosa que escribes, es una experiencia que estás viviendo. Me pregunto dónde habrá quedado mi imaginación. ¿Cómo invento un mundo, que pueda ser codificado en letras, que le guste a la gente y que refleje lo que siento?

De un interno en la cárcel aprendí que se podía trascender de los barrotes, tan solo cerrando los ojos. Ese interno murió unos cuantos días después de haber conseguido su libertad, él logró cerrar los ojos. Creo que al morir, lo liberaron de esa condena que tenía por vida. Ese interno estaba lleno de esperanzas. Aún en su celda, aún sin nadie a su lado...él volaba cuando cerraba sus ojos. 


Sol, Sol, Sol. ¿Qué mundos andas mirando? Sol, Sol, Sol. ¿Qué esperanzas estás aguardando? El que se fue, ido está. Me dice una mujer: "Ya tiene otra, olvídalo". ¿Cuál es ese afán de las mujeres, por creer que si se va es porque tiene otra? ¿Cuál es la negación en aceptar, que no es por otra, que es por ti? ¿Por qué es tan difícil asumir que no te quiere a ti, por ser tú? 
No hay otra, hay miles de yo. Y todas las Soles que habitan en mi, andan resentidas. No me dejan dormir, se duermen con la esperanza vencida, y se despiertan con la esperanza renovada. Para cada día una Sol que espera, para cada noche, una Sol que desespera.


Cacofonías, incongruencias, este texto no representa una ganancia a la narrativa. ¿Sabes? Por hoy no me importa, me entregaré a la técnica cuando todas estas habitantes en mi, me den permiso. Por hoy, no voy a contar los párrafos, tampoco releeré lo que he escrito, hoy todas las Soles en mi, están tan tristes como yo. 

Oigan mujeres del mundo, no es que exista otra...es que simplemente, ya no te quiere. Sí, así, como la película. Sin matices, ni culpables. ¿Cómo culpas a alguien de no sentir más amor por ti? ¿Cómo condenar algo fugaz?
Que las dudas me envuelvan, me gusta ser una mujer que duda, me gusta tambalearme. Ya lo dijo la canción: el tiempo es un ladrón. 

Sol Meléndez
10-03-2015

lunes, noviembre 03, 2014

Así fue mi bullying.

     En el colegio, le tuve miedo a una muchacha. Yo estaba en 7mo grado y ella igual, pero yo parecía de 3er grado (demasiado delgada), ella, por el contrario parecía de 5to año (buen cuerpo, alta, gruesa). Su nombre era Fabiola, ni siquiera estudiábamos en el mismo salón, pero cuando escuchaba su voz; yo temblaba. 

     La muchacha buscaba molestarme constantemente, me decía nombres bastante curiosos: "Hola cara de hormiga", "Adiós Oliva, salúdame a Popeye" (por aquello de mi delgadez), yo era tan temerosa que no podía responder a nada de lo que ella me decía, supongo que mi actitud tan calmada y mutista le resultaba aburrida, porque desistía de las burlas por ese día. 

     Diariamente era lo mismo, buscaba formas de molestarme, yo evitaba encontrármela. Recuerdo que se le hacía difícil pronunciar la letra "R", yo me burlaba de sus sonidos extraños al intentar pronunciar alguna palabra con la letra "R", claro que esas burlas eran en mi mente, pues apenas veía a la chica, temblaba de nervios.

     No supe más nada de Fabiola, ese año (como en todos los demás), me cambiaron de colegio (...). Ni siquiera recuerdo su apellido, aunque si supiera dibujar, pudiese pintar su rostro completa y detalladamente. En fin, he recordado que muchas veces fui presa fácil de lo que ahora llaman "bullying", y ni Fabiola, ni aquellos que en otro colegio me llamaban "galla", se imaginaron que yo iba a terminar trabajando en una cárcel, rodeada de armas, delincuencia y "pranes"...

              Quien me veía...y quien me ve ahora.

Como diría nuestro recordado Oscar Yanes: Así son las cosas.

Sol Meléndez
10-08-2014

jueves, marzo 27, 2014



Mi Renuncia al Infierno.

Reciba un cordial saludo. La presente, tiene como finalidad hacer de su conocimiento que a partir de la fecha de hoy, he decidido romper con el vínculo laboral que tengo desde hace 6 años y 4 meses en este Recinto Penitenciario, en donde comencé siendo contratada por el Ministerio de Interior y Justicia y finalizando igualmente en calidad de contratada, con el Ministerio de Servicios Penitenciarios. 

Durante todo este tiempo he demostrado mi profesionalismo y compromiso en atención a los privados de libertad, atendiendo de forma individual y grupal a los internos del recinto carcelario, y realizando diferentes labores, tales como las evaluaciones psico-sociales, que en el 2012 y 2013 fueron incluidas en el denominado “Plan Cayapa” de la Ministra Iris Varela, asumiendo con ética y responsabilidad lo encomendado, y enmarcando desde Mayo del 2013 hasta Diciembre del mismo año viajes a diferentes partes de Venezuela para colaborar con dichas evaluaciones, teniendo en muchas oportunidades que viajar en ambulancias, y camiones super-duty, porque a lo que siempre aposté fue a una mejora carcelaria. 

Sin embargo, a su persona, mi trayectoria no le ha parecido suficiente, por lo cual en las evaluaciones realizadas en Noviembre de 2013 (estando yo de vacaciones y NO siendo notificada), decidió colocarme 40 puntos sobre 100, puntuación que sin duda alguna ha resquebrajado mi espíritu, pues he crecido profesionalmente en este trabajo, y he visto cómo he madurado, y por esa madurez decido entonces expandir mis alas hacia otros vientos, donde sí se tomen en cuenta las ideas y experiencias de quienes estamos día a día escuchando las desgarradoras historias de privados y privadas de libertad y sus familiares.

Escribir estas letras ha sido lo más difícil en mucho tiempo, pero es necesario, pues un lugar donde no exista reconocimiento por parte de la autoridad, es un lugar totalmente carente de humanidad. Durante el tiempo que usted lleva en su gestión, no se ha reunido con el personal administrativo, no se nos ha otorgado el derecho a comunicar nuestras necesidades, y considero que todo lugar donde la materia prima sean humanos (internos), debe ser dirigido con la mayor sensibilidad posible. Y que no se confunda sensibilidad con complacencia, pues son términos muy diferentes.

No hay culpables en una renuncia, hay responsables. Asumo mi responsabilidad sí ya para ciertas autoridades he dejado de ser suficiente, pero mantengo mi autosuficiencia y por ello decido entonces, brindar la oportunidad a otro profesional. Hace 6 años y 4 meses entré en este lugar cargada de sueños, pero ya en estos momentos considero que los soñadores no deben trabajar tras las rejas, llenos de candados. Mirar el panorama desde una perspectiva completa y aceptar, eso se llama compromiso, y por ello me comprometo conmigo misma y decido emprender mi profesión a otras latitudes.

No quiero que se crea en la necesidad de un reconocimiento externo para la elaboración exitosa de una labor, no, no me refiero a un conductismo tan radical. Me considero más humanista, más Jungiana, más de la Gestalt y el contacto. Estoy hablando, únicamente al aspecto social y personal de cada uno de quienes laboramos en el Centro Penitenciario de Carabobo, somos almas ayudando a otras almas, y en medio de tanto, siempre hay caos, y ese caos necesita ser canalizado con una dirección que en verdad supervise, pero no desde el miedo y la persecución, sino desde el aprendizaje y el señalamiento de fallas, y le ruego me perdone si ofendo, pero eso, no se tiene en este recinto.

Siendo así las cosas, y considerándolo desde todas las perspectivas posibles, reitero mi renuncia, y quizá repetirlo es redundar, porque más que escribirlo me lo estoy diciendo mil veces a mí, porque no es fácil abandonar el nido que me ha hecho crecer profesionalmente. Pero asumo la caída y me quedo confiada en Dios en nuevas oportunidades para mi persona y para mis compañeros de labores igualmente, sea para ellos, aquí o en otras direcciones. Y dejando claro, que no estoy culpando a una evaluación de desempeño, mi renuncia el día de hoy. Simplemente ha sido el empuje que necesitaba.

Esperando no haber sido muy irreverente con esta carta de renuncia tan atípica, comprimo en 2 páginas; 757  palabras, 3867 letras, 16 párrafos y 67 líneas: 6 años y 4 meses de trabajo en el Centro Penitenciario Mínima de Carabobo.

Sol Meléndez
14-02-2014

lunes, octubre 07, 2013

Los niños de la prisión.

Entre olores e inmundicias, caminan descalzos.
Nadie los mira, a nadie les duele.

Sus rostros sucios son símbolo del miedo.

Por robo, por homicidio, por violación,

Esos son los padres de los niños de la prisión.

Duermen en la miseria, paseando sus ojos al baile de las moscas.

Comiendo de sus propios deseos, entre sueños rotos.

Miran la cárcel como un parque,

Juegan con candados,

Se adornan con cadenas.

¿Cuál es el delito de los niños de la prisión? ¿Haber nacido de un ladrón?

No, el delito es creer...que sus sueños no tienen valor.

Y que perecerán entre barrotes esperando respuestas de su Dios.


Solisbeth Meléndez.
06-09-2013

lunes, febrero 04, 2013

En la prisión, pagan los soñadores.



-Para trabajar en una cárcel venezolana no debes tener buenas intenciones-. Ese es uno de los aprendizajes que me llevo después de estar 5 años lidiando con las consecuencias negativas, que me ha traído tener buenos propósitos. Una vez le pregunté a mi terapeuta por qué era tan difícil cambiar la situación penal, estaba indignada porque tenía tantas ideas y nadie me escuchaba, él me dijo: a los soñadores nadie los escucha. Me fui decepcionada y dolida, pero dentro de mí sabía que era verdad. A diario veo cantidad de señoras y niños que visitan a sus familiares, cargados de bolsas y de esperanzas. ¿Acaso no sueñan ellos con la libertad de los suyos?, entonces ¿por qué no puedo soñar yo, con un mejor sistema penitenciario venezolano?

En Agosto de 2012, un grupo de compañeras y yo fuimos públicamente humilladas por una de estas jefas que complementan la burocracia del Sistema Penitenciario en Venezuela, ella junto a sus “seguidores” (véase: jala bolas en criollito), nos acorralaron en una suerte de pared de fusilamiento, dentro de una oficina del Internado Judicial de Carabobo (tocuyito), ésta jefa decía que nosotras éramos una especie de infiltradas que estábamos transmitiendo la información que ella nos giraba, a los internos del Centro Penitenciario, dentro de mi, -debo confesar- que estaba riendo, -¿Infiltradas?-, esas palabras de tipo paranoides que ellos siempre suelen decir, tenían para mi, mucho color a chiste.

-Coloquen sus teléfonos en la mesa-, dijo la señora (ex/jefa), y alzando su voz con gentilicio andino, comenzó el sermón (y eso que no era Domingo, y eso que ella no es sacerdote): “Estoy cansada de funcionarios corruptos, estoy cansada de dar información y que los internos se enteren, estoy cansada de los deshonestos, sucios e infiltrados, estoy cansada y llena de terror ante tanta deslealtad”. -¡Vaya!- pensaba yo, la señora tiene un ataque de conciencia y se está confesando, -¡maravilloso!- . Mi sorpresa fue cuando la señora en cuestión dijo: “estoy cansada de ustedes, (y con su dedo índice nos acusó), ustedes que transmiten información, que no siguen directrices y que son unos corruptos”. –Ah caramba, no era una confesión sino una acusación-. Continuó la señora: “Y por esa razón, sus teléfonos celulares quedan decomisados, los vamos a investigar, nos llevaremos los celulares y el que se comunicó con los internos, será castigado con todo el peso de la ley”. –Dentro de mi, esperé con ansiedad la cámara de qué locura-, (y valga la cuña para el programa), pero nunca llegó la cámara.

Los seguidores de la señora, comenzaron entonces la humillación: sacaban las baterías de nuestros celulares, anotaban los códigos, y se reían entre ellos. -¿Dónde está la orden de decomiso, dónde está la fiscal del Ministerio Público?-, se atrevió a decir una de mis compañeras. “No hay orden ni fiscal, si quieren la llaman ustedes”. Lo que le siguió a dicho procedimiento fueron lágrimas, y desespero de mis compañeras y mías, llamábamos para que nos ayudaran y las respuestas eran: “tranquilas, se compran otro celular”. 30 de Agosto de 2012. Internado Judicial de Carabobo, 9 funcionarias de quince y último, son públicamente humilladas sin que alguien alzara la voz. Los teléfonos era lo de menos, fue la forma, la manera, la persecución. Hasta las 9:30 de la noche, sin actas u orden. La señora actuó y nos humilló, 9 teléfonos se llevó.

5 meses han pasado, ya todas con nuevos celulares recordamos el evento y aún nos indignamos. Ese 30 de Agosto mientras veía sus caras, recordaba las palabras de mi terapeuta: a los soñadores nadie los escucha. Solo que ese día, encerrada en mi decepción y llena todavía de más y mejores intenciones, me repetí sin cesar: Lo que nadie sabe, es que las soñadoras como yo, jamás pueden ser domadas.



Sol Meléndez
04-02-2013

miércoles, diciembre 05, 2012

Hombres que vuelan tras los muros.


      Empezar a trabajar en una cárcel era mi sueño, sí. Aunque usted no lo crea, me veía como una especie de Madre Teresa de la prisión, ayudando y escuchando a esas almas cautivas de sí mismas, y del estado. Cuando ingresé por vez primera a una cárcel venezolana, me sentí animada a consumar mi deseo: -Tengo que conseguir este empleo-, y así fue. Estando recién graduada, todas las teorías invadían mi mente, todos los autores, las guías y libros leídos en la universidad aguardaban para ser por fin, aplicados a todos estos "necesitados".

       Largos pasillos acompañaron mis pasos, olores penetrantes, paredes que contaban vidas enteras y ojos por todos lados. Ojos con amargura, ojos con rabia, ojos con impotencia, ojos con desaliento, ojos con esperanzas. Jamás en mi vida había visto tantos ojos juntos, y allí estaban ellos: los presos, los cautivos.

       Mi recorrido no era a los muros de la cárcel, mi recorrido era a la piel de cada uno de ellos, a sus bocas, sus manos, sus cabellos. Sí señores, ellos también son humanos. Me dije: “Aquí va a ser, aquí vas a dar más de ti que cualquier otra persona”. 
      
      5 años han pasado desde que me convertí en la Psicóloga de la Cárcel de Tocuyito en Carabobo. ¿Qué puedo decirles?, aún recorro sus miradas, sus cabellos y sus cuerpos…pero hubo algo que olvidé mencionar, los presos no son presos solo porque sí, los presos son presos porque siempre alguien lo quiere así. Y ninguna teoría por buena que sea, o ninguna Psicóloga por voluntad que tenga, puede derribar el monstruo que se oculta detrás de cada cárcel, detrás de cada candado.

      De cárcel ya tuve suficiente, y no por los presos; sino por ellos…los que mandan detrás de escritorios grandes y lujosos, de “ninguneados” tal como les decía Eduardo Galeano, ya tuve suficiente. Y Me pregunto, ¿Cuándo la sociedad tendrá suficiente de los corruptos e indolentes? ¿Cuándo?



Sol Melendez
05-12-2012

lunes, diciembre 03, 2012

El sauce lloró.

Allí estaba como siempre, pero algo fue diferente esta noche. Todos lo veían, todos lo admiraban. Se sentía imponente, importante y lleno de vida. -¡Mira que cantidad de niños viéndome!-, se decía mientras sonreía. Sin embargo, hacía calor, se sentía demasiado cargado; como si tuviese encima diez mil luces titilando.

     Su sorpresa fue mayor cuando pudo observar que como todos los años, había llegado esta loca época donde a todos les da por ser felices y tomarse fotos. ¿El calor? era obvio, pues por su tronco y sus ramas colgaban cualquier cantidad de luces para hacer más hermosa la fulana "navidad", para iluminar la noche de la fulana "paz".

     Se entristeció muchísimo, pues se dio cuenta que no lo admiraban a él como árbol, como sombra, como reposo, como parte de la naturaleza, como cobijo...sino como un pobre payaso al que maquillaban colocándole esa cantidad de luces de colores, los niños no lo querían por árbol, sino por los bombillitos y faros que colgaban a lo largo y ancho de su tronco, ramas y follaje. No lo querían por los años que lleva en la tierra, sino por el maquillaje que éstas personas deliberadamente le colocan para que supuestamente brille.

    ¿Cómo ser parte del viento, cuando me encuentro tan atado con este aparataje de luces? -se preguntó muy conmovido-. Y para tristeza suya, y alegría de los demás, dejó de respirar. Pero como era de suponerse, nadie lo notó, pues tantas luces y maquillaje ocultaron su sombra, la cual sollozaba a gritos. 

      Así que, sin que nadie lo notara, y sin que nadie lo buscara por ser quien era; el sauce lloró.


03-12-2012